No sé su estatura, ni tampoco cómo es su rostro. Pero la imagino, creo que es de estatura media, su tez es morena y su cabello es negro, liso y llega a la mitad de su espalda. Me parece interesante no verla, solo escucharla y leerla. El tono de su voz es un poco agudo y su acento alargando las palabras al finalizar cada frase, del Cauca, sin duda alguna.
Así, ya siento que puedo practicar la empatía, que llaman. Siento su lucha, sus ganas de salir adelante, quisiera abrazarla para expresarle mi cariño por haber abierto a mis ojos, las palabras que conforman su vida.
No imaginé que en mi búsqueda llegaría a ella. Llegó a mí en un +57 320, y luego pasaría a un contacto de WhatsApp con el nombre Claribel Mosicue. Es Claribel, no Claribeth como le dije cuando la saludé.
Comenzamos a hablar, más como dos amigas que ya se conocían hace mucho tiempo. Le conté cosas de mí, le mostré fotos de donde vivo, con quien vivo, entre otras cosas. Y ella empezó a contarme de ella, su vida, su día, sus proyectos y su historia.
Claribel Mosicue, tiene 21 años, nació en Toribio, Cauca. La sangre de los indígenas Nasa viaja por su cuerpo.
Vive en Toribio y aunque le encantaría conocer el mundo y sus culturas, morir en Toribio es su mayor deseo.
Tuvo una niñez como cualquier otra, en la vereda El Flayón, junto a sus padres y hermanos. Jugando con sus primos y sus amigos vecinos, a las escobas, trepando por las montañas de Toribio. Aunque existía el hambre, el juego y las risas lo disipaban todo.
Jugaba con su mejor amiga Natalia, a la cocinita, debajo del árbol de guayabas que les daba sombra.
Recuerda dos cosas con dolor y alegría que marcaron su etapa infante y que tal vez le dieron un giro a lo que ella y algunas de sus compañeras llaman, “proyecto de vida”.
A los 8 años, mientras jugaba alrededor de su casa con sus hermanos, en su vecino se despertó el interés por la niña Nasa. Le ofrecía regalos, sin que nadie se lo pidiera. Un día una muñeca, al otro día un dulce. Claribel cuenta que su familia era humilde así que si aquel hombre le ofrecía cosas a ella no le parecía mal y las recibía, pues no le sobraba. Él iba y venía y cuando volvía, siempre llegaba con un regalo para la niña.
Cuando Claribel se lo contó a su madre, ella no le dijo nada. No le dijo que estaba bien, pero tampoco le dijo que estaba mal. Así que su vecino, quien “tan buena gente se veía” ganó su confianza y un día abusó sexualmente de Claribel. Lo hizo varias veces.
- ¿A quién acudiste cuando sucedió todo?
- A la primera persona que le conté fue a mi mamá, yo no sé si ella me creyó o no. No me dijo nada. Yo le conté, porque fueron varias veces. Algunos días me siento culpable. Porque me acuerdo cuando él me regalaba cosas y yo se las aceptaba, sin saber sus reales intensiones.
Aunque la familia Mosicue demandó, ante esto no hubo una respuesta favorable, pues no existe alguna ruta en las normas indígenas que se pueda seguir en estos casos de abuso sexual. La única y la que actualmente rige, es por consenso, lo que al momento de presentarse no resulta muy viable. Pues, como en el caso de Claribel
- Esto se lleva a la comunidad. Entonces a veces se llega a muchísima gente. Y en mi caso había mucha más gente que lo conocía a él, familiares y gente cercana. Se llevó a conceso y lo dejaron libre.
El papá de Claribel, trabajaba en la tienda del cabildo. Ella recuerda con mucho amor y felicidad cuando Hamilton su hermano, y ella, iban a dejarle el almuerzo a su padre, se quedaban jugando en la tienda, mientras él salía de trabajar y cuando acababa su jornada, se devolvían los tres en una bicicleta “de esas deportivas” roja, de llantas grandes en la que su padre todos los días iba a trabajar y una de las cuatro que tiene. Pues es una de sus pasiones.
Creció recordando los episodios de violencia que vivieron en su hogar por el comportamiento de su él. Infidelidades, machismo, abusos y golpizas. La historia del hombre Nasa normal, en ese tiempo.
- Los abusos eran constantes. Yo siempre tenía peleas con él, por defender a mi mamá y a mi hermana. Hasta que un día, mi papá llegó borracho, mi mamá no estaba. Él cogió un cuchillo, si yo no me hubiera quitado, hubiera ocurrido una tragedia. Me llené de valor, llamé a la guardia indígena y se lo llevaron.
Cuando las autoridades indígenas tomaron el caso, la mamá de Claribel, se enojó con ella. Por miedo, dice Claribel, ella siente que su madre no tenía claro sus derechos y por eso le reprochó el hecho que ella haya denunciado a su papá.
Pero Claribel es de corazón noble y trata de entender a su papá y justificar sus actos entre la frase que pronuncia en muchas ocasiones “es un tema de conciencia y de descolonización” pues reconoce el hecho que crecimos en una sociedad machista y patriarcal y mucho más en estas zonas rurales, donde se reconoce al hombre como líder y única voz en la familia.
Tras las peleas contantes, por el reproche de su mamá porque Claribel había demandado a su papá. Ella, con 17 años decidió irse, empacó sus cosas y se embarcó a lo que sería su nueva vida.
Fue entonces, cuando comenzó su proceso de formación, y conoció a quien la ayudaría a iniciar su lucha por sus derechos y los de otras mujeres la mayor Teresa. Quien la invitaría a los diferentes procesos de Movimiento Mujer. Incluso a Claribel se le prestó la oportunidad de ser su secretaria y sin esperar nada a cambio inició su proceso y comenzó a laborar en pro de las mujeres de su comunidad.
Comenzó a aprender de Movimiento Mujer, un proyecto que inició como parte del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) en 1971 evidenciando el problema de maltrato, violación y discriminación hacia las mujeres. En 1978 con la motivación del padre Álvaro Úlcue comenzaron a organizarse diferentes grupos de mujeres con el mismo compromiso. Tras el asesinato del padre por grupos armados, hubo un lapso de tiempo para que las mujeres del territorio de Toribio Cauca se organizaran nuevamente, para fortalecer el Movimiento Mujer o también llamado Movimiento de Mujeres Nasa Hilando Pensamiento.
Año tras año, han fortalecido este proyecto por medio de estructuras que pretenden llegar a todos los territorios, como lo cuenta Claribel. Así como ella, que ha estado desde el 2016 en este proyecto de vida, formándose y aprendiendo de sus mayores, para poder llevar la voz a otras mujeres que lo necesitan, como su mamá, que es su mayor motivación y en quien ha trabajado para ayudarla a reconocer sus derechos como mujer.
Por medio de la música, la danza, la comunicación y el teatro Claribel ha conocido la historia de otras mujeres que han sufrido de violencia de todo tipo dentro o fuera de sus hogares. Pues Toribio es una de las zonas donde, según Claribel, 99 de cada 100 mujeres han sufrido agresión física o sexual a lo largo de su vida.
La formación de Claribel se ha basado en diferentes culturas que han alimentado su conocimiento para llevarlo a su pueblo y compartirlo con sus otras compañeras, uno de los casos que más la ha impactado es el que cuenta con triste y casi un nudo en su garganta:
- Conocí una de las historias más fuertes de mi vida, es el de una niña del territorio. Su madre fue violada, de esa violación nació ella. Tiempo después su madre consiguió un compañero con el que tuvo cinco hijos más. Posterior a eso, el hombre abusó de ella, de la niña y de ese abuso la niña, que ahora tiene 12 años, está en el sexto mes de gestación.
Claribel y sus compañeras fueron a hacer acompañamiento a la mujer en su hogar, quien se rehusaba a acusar a su esposo y pedía que fuese como fuese lo dejaran en libertad.
Hechos como estos, han permitido que el grupo de Movimiento Mujer, trabaje en una legislación, la cual está sobre la mesa desde el 2013. Legislación de violencia sexual, la cual esperan se apruebe. De ser aprobada, esta normativa permitiría que los casos de violencia sexual ya no sean por consenso, sino, pasen a la justicia para que les puedan dar el castigo que, bajo la normativa, sea propicio.
Mientras tanto, todos los días Claribel Mosicue, se levanta, trabaja un poco en la finca que comparte con su pareja, su suegra, sus cuñados y su bebé de tan solo un año. Luego de trabajar, organiza los procesos que tiene pendientes con Movimiento Mujer, se alista, se coloca sus botas, recoge su cabello y camina para seguir hilando el pensamiento de ella y de muchas mujeres que, desde el territorio, luchan por sus derechos y se unen para hacer una misma voz, por una misma lucha, las mujeres.